Historia de Stgo. Jamiltepec, Oax.
En nahuatl, la palabra Jamiltepec significa “Cerro de Adobe”, en mixteco Jamiltepec se dice “Casando'o” y se le atribuyen a la palabra dos significaciones y etimologías de naturaleza muy diferente. Casando'o podría descomponerse en “Casa” “Ndoo”, que en mixteco significa "Adobe (ladrillo de barro cocido al sol"), el primer vocablo “Casa” en español, el segundo “Ndoo” es mixteco; juntos significan casa de adobe.
Casando’o sería el nombre de un soberano mixteco, que habría reinado en la región a ese nombre se vincula la leyenda del origen de Jamiltepec. Casando’o era un hombre valiente que gozaba de toda la confianza del rey de Tututepec.
Sostenía frecuentes batallas con sus enemigos de los pueblos vecinos; se mostraba siempre valeroso y decidido y respetuoso de las ordenes de su soberano, a menudo tenía que combatir por orden su rey, estos combates tenían como objetivo la conquista de nuevos territorios a fin de aumentar el espacio vital del populoso señorío. Casando’o se ponía entonces en marcha con su poderoso ejercito, después de numerosas luchas Casando’o fundó un primer pueblo, el actual San Pedro Jicayan.
En los primeros tiempos, el joven soberano vivieron en paz, pero muy pronto Casando’o empezó a tener problemas con algunos rebeldes que trataban de levantar a su pequeño pueblo. Como consecuencia de esos conflictos internos dos grupos abandonaron Jicayan, cada uno en distinta dirección. El núcleo que se dirigió hacia el norte abría de fundar, al termino de bastantes peregrinaciones el actual pueblo de Zacatepec. Los que tomaron la dirección del noreste, atravesaron los montes,
Llegaron a la costa y eligieron las simas del monte Yucuchacua para establecerse, pues desde la sima de esa montaña podían escrutar la región y prevenir cualquier ataque; además, pensaron que el viento del mar que azotaba las alturas de esa montaña podía ser un remedio para la terrible enfermedad. Los grupos que se separaron de Casando’o fueron a quejarse al rey de Tututepec de la tiranía de Casando’o, motivo de su separación, pero no obstante, dijeron quedar a disposición del rey de Tututepec, este reprendió duramente a Casando’o quien entonces se separó de Tututepec convirtiéndose en rey.
No estando más sometido a la autoridad del rey de Tututepec, comenzó por mejorar la instalación de su campamento: fueron erigidos templos y viviendas, utilizándose como materiales la piedra y el adobe. Casando’o trataba bien a su pueblo, que le profesaba una gran estima. Mantenía relaciones con sus vecinos piedra parada, los visitaba frecuentemente y les daba consejos en cuanto a la administración de su pueblo. Casando’o se enamoró de la hija del jefe del pueblo, se casaron y sellaron con el matrimonio sus buenas relaciones. La joven esposa fue recibida como una princesa en Yucuchacua.
Dos años más tarde nació un hijo de la pareja a quien bautizaron Jamilli, en memoria de las construcciones de Yucuchacua, capital del reino. Yucuchacua gozaba de prosperidad cuando lo golpeó la desgracia, la muerte del hijo de Casando’o. Un águila real descendió de lo alto de las montañas a robarle el niño a la nodriza que lo tenía en sus brazos; el águila voló luego hacia el este. Casando’o ordenó entonces a los hombres de Yucuchacua, que salieran a buscar al águila que lo había ofendido.
Llegaron a localizarla demasiado tarde, al pie de un árbol corpulento que se levantaba en el sitio en que hoy se encuentra la vieja iglesia de Jamiltepec. El árbol estaba rociado de la sangre de Jamilli: el águila lo había devorado dejando de él solo unos pequeños huesos y su cabecita. El águila había emprendido la fuga a la llegada de las tropas de cazadores. Los restos de Jamilli fueron enterrados bajo el árbol donde después se construyo el altar principal de la iglesia de Jamiltepec.
Durante días y noches, hubo hombres montando guardia junto a la sepultura de Jamilli a fin de proteger su alma, llena de temor en ese lugar desconocido donde se encontraba sola, y de custodiar también el árbol en que el niño había muerto. Para consolar el alma de Jamilli, Casando’o ordenó a las poblaciones de Yucuchacua y de Piedra Parada que vinieran a vivir allí. Así fundó Casando’o el pueblo de Jamiltepec. Hizo construir casas de piedra de adobe y de cal. A ese nuevo reino le dio el nombre de Jamiltepec en recuerdo de su hijo desaparecido.